miércoles, 9 de marzo de 2011

Los Hijos de Perón

Fuimos hijos suyos, es cierto. En todos los sentidos: hijos de su ejemplo y voluntad puesta al servicio del pueblo; hijos en el amor y respeto que se siente por un padre querido; hijos que por la magia de una palabra: “compañeros”, se transformaron en “hermanos”.
Así lo sentimos a Perón, como a un padre.. Padre Eterno le gustaba llamarse, y tenía razón: sus hijos nos peleábamos como suele suceder entre los hermanos, pero guay que de afuera nos torearan: ahí formábamos uno en su defensa.

Pertenezco a la generación de los únicos privilegiados, la de quienes leíamos Mundo Infantil antes que Billiken, para descubrir después, gracias a quienes aprendieron con los Vigil, que eso era “adoctrinamiento”, y lo de ellos ¿qué?. Con la diferencia que así nos formábamos con una mentalidad nacional, “flor de ceibo”, mientras que la de ellos era un adoctrinamiento hacia doctrinas de “progreso y liberalismo” que le abrían las puertas al imperialismo.

Cuando en el ’55 dejamos atrás la niñez privilegiada, esas lecturas fueron responsables de que nuestra adolescencia tuviera olor a clorato de potasio y azufre, mientras que la de los adoctrinados por Billiken podía disfrutar de chicles-goma “Bazooka” ó los beneficios del nylon importado de USA...
Crecimos de golpe en medio de bombazos y persecuciones: los padres de nuestros compañeros eran las víctimas de la “libertad recuperada”: Vergara Russo, moría el 16 de junio en Plaza de Mayo; Cogorno fusilado un año después.
Ahí nos hirvió la sangre rebelde que Evita nos inculcara: empezamos la lucha por el retorno de nuestro Padrecito con lo que teníamos y podíamos. ¿Acaso no se habían usado piedras y aceite hirviendo para contener las invasiones inglesas?¿Por qué no podríamos hacerle la pata ancha a estos nuevos invasores disfrazados de “libertadores”?
Espontaneísmo, voluntarismo, desconocimiento de las condiciones objetivas y subjetivas; amén de las climáticas y estratosféricas; de todo pueden ser acusados estos tozudos hijos de Perón que se jugaron por su retorno, que dieron su vida por él y soñaron con una patria liberada. De todo, menos hijos de puta.
Qué fácil resulta tener razón a posteriori, pero que lindo fue equivocarse defendiendo “lo que Perón nos legó: una Argentina “libre, justa y soberana”, como decía una canción de la época.
Qué lindo fue tener un padre como Perón, con perdón de los psicólogos, los sabios y los que se las saben todas.
Y qué lindo fue tener hermanos como aquel Tito Bevilacqua con el que vendíamos “Palabra Argentina” y luego nos metíamos en los cines para silbar al almirante Tessaire cuando desde la pantalla denigraba a Perón y el peronismo; ó aquel otro, Felipe Vallese, “Misterix” por su impermeable blanco abotonado en doble hilera, parecido al del personaje de historieta, con el que nos escapábamos juntos después de haber recuperado “armas para el pueblo” y, sentados en el fondo del 406, decirnos mutuamente una gran mentira: “esto no es para mí, yo no me meto más en nada”;

O aquel gigante Gustavo Rearte que nos conducía con una sonrisa y se tiroteaba con la policía defendiendo su libertad; ó con Jorge Rulli refugiándose en Montevideo, sobreviviendo junto con otros compañeros, gracias a las noches de póker con que el “Gordo Cooke” hacia una diferencia para ayudar a los “muchachos”,

O el bueno de Dardo Cabo, distribuyendo gelinita a los compañeros de la Resistencia, siguiendo las huellas de su padre, preso en Caseros, porque como decía el General: “hijo de tigre, overo ha de ser”. Y después yéndose a Malvinas en un avión que no era suyo, para recuperar lo que era nuestro; ó el Petitero, el Anguila, el del Poncho Colorado, que nunca supe como se llamaba, que venía de la U.B. Facundo Quiroga, de allá por Urquiza, toda aquella barra de Corrientes y Esmeralda, “que juró lealtad al conductor /luchará si fuera hasta la muerte/ por la Patria y también por Juan Perón.

Qué lindo fue entreverarse en todos esos entreveros con tantos hermanos que sí los puedo y debo nombrar por ser ó haber sido hijos de Perón: el Vasquito Unamuno, que se nos fue apagando por esas putas enfermedades que te matan lo que el plomo de una 45 respetó; aquellos que como José Luis Nell venían del nacionalismo fierrero y se fueron entregando en cuerpo y alma en este peronismo montaraz que trataba de pegar fuerte y duro para destruir “la oligarquía y los imperialismos en simulada pugna”, porque sobraba tanto coraje y amor por el Viejo que no a uno, a una tribu entera de imperialismos nos atrevíamos los hijos de Perón.

Nunca supimos manejar la escuadra ni los tiralíneas pero de fierro supimos. No conocíamos de marketing político ni palabras rebuscadas ni de operadores políticos pero no nos perdíamos ni una oferta. Y cuando nos tocaba perder, perdíamos. Calladitos, nomás. Avergonzaditos, nomás. PERO DE PIE. Con la “mirada desafiante” como decían las crónicas policiales.

Los hijos de Perón fuimos duros y tiernos, serios y jodones, dialoguistas y “apretadores”, enamoradizos y olvidadizos, cantores y gritones, apresurados y retardatarios, pobres y pobrísimos.

Nosotros, pobres de solemnidad, pobres vinimos al Movimiento, pobres lo servimos aún cuando millones pasaron por nuestras manos, y pobres seguiremos hasta el día en que nos vayamos a jugar con el Viejo arriba en alguna nube.

Pobre ejemplo le dejamos a quienes, por ser los “nietos de Perón”, tendrían que saber que la política no es un medio para enriquecerse ni servirse, para trepar y trepar.
Por ser “hijos de Perón” cono nos consideran los autores de este ensayo hemos sufrido persecuciones, torturas, cárceles asesinatos “desapariciones”, exilios, etc. “Pero todavía cantamos” y a pesar de nuestros desencantos, confiamos en que otros sabrán llevar adelante lo que nosotros no supimos hacer. ¿Serán quizás los “nietos de Perón”?.

Los hijos de Perón seguimos creyendo que es realista pedir lo imposible; ó que podemos alcanzar las estrellas aunque estén muy altas; ó que “se puede y se debe” vivir como hermanos...
Y también creemos que todo lo que nosotros no consigamos, por estar cansados, ser demasiado mañosos o gambetearnos nosotros mismos con políticas coyunturalistas, lo conseguirán los nietos de Perón.

“Los hijos de Perón”, Envar El Kadri Historias del Peronismo Revolucionario, Facundo Cersósimo.


Envar el Kadri, mas conocido como Cacho, fue un gran militante que vivió, pero sobre todo participo activamente, en procesos políticos fundamentales de la historia argentina del siglo XX.. EN otro post, intentare una breve biografía de su vida, para todos aquellos que les interese y quieran conocerlo (aunque sea una aproximación para que puedan conocerlo un poco mas aquellos que todavía no lo conocen). Me gustaría cerrar este post con esta frase que dejo en una entrevista….

“Y esos dirigentes no se dan cuenta de que la única manera de ser creíbles frente al pueblo, y en especial frente a la juventud, es asumiendo no sólo el “activo” del peronismo, sino también y fundamentalmente su “pasivo”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece que uno de los tantos aciertos del kirchnerismo es volver a dotar de esos "principios" al peronismo. COncuerdo en muchas cosas con el texto. En los 90 el 95% del PJ habia traicionado muchas banderas. Pero OJO hagamos la diferencia entre el PJ y el peronismo. Yo me siento peronista, pero nunca estuve afiliado al PJ. Iba para ahi el posteo? o flashee cualquiera?.. eso es por poner posteos muy largos jajaja
saludos

Mr. Mojo Risin dijo...

queria ir en dirección al "hacerse cargo" de una historia politica. De los errores uno tambien aprende. Negar ciertas cuestiones o no poder discutirlas es poder volver a cometer esos errores. Si hoy existe el debate si el PJ es lo mismo que el peronismo, como tambien si peronismo es kirchnerismo. Prefiero patear la pelota para adelante y decirte que por ahora este gobierno tambien hace que "reine en el pueblo el amor y la igualdad"